Millón de Monos

Weblog de Manuel Aristarán

Todo cambia

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Ahora la situación es diferente, lo admito: tengo un reloj de pulsera, confronto el ángulo de sus agujas con el de todas las agujas que veo; tengo una agenda donde se indica el horario de mis obligaciones de trabajo; tengo una libreta de cheques en cuyo talonario sumo y resto números. En Penn Station bajo del tren, tomo el subway, me quedo de pie tomándome con una mano de la agarradera y sosteniendo en alto con la otra el diario doblado en el que recorro las cifras de las cotizaciones de bolsa; estoy en el juego, en una palabra, en el juego de fingir un orden en el polvo, una regularidad en el sistema, o una compenetración de sistemas diversos pero sin embargo mensurables aunque incongruentes, de modo de hacer ensamblar en cada granulosidad del desorden la faceta de un orden que en seguida se demenuza.

Italo Calvino , “Los Cristales”